Minero i Negociante. Medellin (1852) by Henry Price. Biblioteca Nacional, Bogotá, Colombia.
Ganadora 2022: Ana María Otero-Cleves (Universidad de los Andes, Colombia)
Comentaristas del manuscrito:
Toynbee Trustee Jeremy Adelman (Princeton University)
Jeremy Prestholdt (University of California, San Diego)
Frank Trentmann (Birkbeck, University of London)
Título del manuscrito:
Cherished Consumers: Global Connections, Local Consumption, and Foreign Commodities in Nineteenth-Century Colombia
Reseña:
En su manuscrito Ana María Otero-Cleves examina cómo campesinos, personas libres de color, bogas, tenderas, entre muchos otros hombres y mujeres de los sectores populares se convirtieron en los mayores consumidores de productos extranjeros entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX (1850-1910) en Colombia. Es el primer estudio que sostiene que el consumo de bienes extranjeros en Colombia no fue únicamente, ni principalmente, un fenómeno de la clase alta y que los gustos y demandas de los sectores populares cambiaron los patrones de producción en el norte global. Así mismo, en demostrar cómo la cultura material de amplios sectores de la población en Colombia estaba inextricablemente entrelazada con dinámicas globales a finales del siglo XIX. En su manuscrito Otero-Cleves nos muestra que la apropiación de bienes importados por parte de los sectores populares se debió, en gran parte, al esfuerzo de fabricantes extranjeros de alterar o rediseñar sus productos para satisfacer sus demandas. Rastreando el consumo de textiles ingleses, machetes americanos y medicamentos franceses, entre muchos otros productos extranjeros, el libro explora cómo, en su calidad de ciudadanos libres, los consumidores colombianos se convirtieron en participantes dinámicos en la circulación global de productos modernos.
Al posicionar metodológica y narrativamente a la “periferia” en el “centro”, el libro ofrece una perspectiva emocionante y original sobre la interconectividad global en el siglo XIX, donde el gusto de los sectores populares de países aparentemente aislados, como Colombia, jugó un papel clave. Historiadores, académicos y estudiantes interesados en la historia global del consumo encontrarán este estudio ideal para poner a prueba las teorías propuestas por los científicos sociales sobre la capacidad de los sujetos “periféricos” de transformar dinámicas globales. Al examinar cómo las demandas de los consumidores populares afectaron los patrones de intercambio y producción en Europa y los Estados Unidos, Otero-Cleves desafía enérgicamente los estereotipos sobre el papel periférico de América Latina en la economía mundial y su incuestionable “dependencia”, así como la falta de agencia de las clases populares en el mercado.
Al mostrar cómo el consumo de los sectores populares fue un intermediario clave entre la economía política y la ciudadanía, el manuscrito también dialoga con la floreciente historiografía sobre los grupos subalternos y la política popular en América Latina del siglo XIX. Muestra cómo los sectores populares participaron en la economía de mercado no sólo como parte de la fuerza de trabajo, sino como individuos interesados en la adopción de nuevas necesidades y comodidades, y explora hasta qué punto su papel como consumidores dio forma a las ideas y prácticas de ciudadanía en la Colombia de mediados del siglo XIX. El estudio no solo sugiere que la ciudadanía se formó, impugnó y reconoció en ferias, calles, plazas, tiendas y mercados locales, sino que la entrada de hombres y mujeres en la economía de mercado y su búsqueda por mejorar sus condiciones materiales dio sentido a las ideas de ciudadanía y las prácticas de reconocimiento político en la segunda mitad del siglo XIX.
Archivo: Basado en una extensa investigación de múltiples archivos en Colombia (Bogotá, Medellín y Cali), Inglaterra (Oxford, Londres, Manchester, y Liverpool) y los Estados Unidos (Nueva York, Hartford, Washington, Wilmington y Rochester), este manuscrito emplea una gran cantidad de fuentes primarias que datan de mediados del siglo XIX a la década de 1910, incluidos informes consulares de agentes y diplomáticos británicos y norteamericanos, manuales comerciales, memorias de viajeros y registros comerciales. En cuanto a las fuentes colombianas, el estudio explora periódicos, relatos contemporáneos, correspondencia comercial, piezas literarias, estadísticas oficiales e informes gubernamentales. Otero-Cleves es consciente de que muchos de las mujeres y hombres que forman el núcleo de su estudio no dejaron rastro escrito de sus experiencias. Esta deficiencia de material primario la supera acercándose a otras fuentes que, analizadas en conjunto, dan voz a aquellos consumidores que no dejaron testimonios de sus experiencias materiales. Los objetos y las fuentes visuales, como pinturas y fotografías, contribuyen en gran medida en esa dirección.
Nicole CuUnjieng Aboitiz: ¡Felicitaciones por ganar el primer taller inaugural de manuscritos de la Toynbee Prize Foundation!
Ana María Otero-Cleves: ¡Gracias, Nicole! Y muchas gracias por organizar esta entrevista. El taller es una experiencia excepcional para cualquier persona que está a punto de publicar su primer libro. Hay pocas, si no raras, oportunidades para que las y los académicos discutan su trabajo con personas con amplia experiencia y conocimientos en el campo. Antes de publicar un artículo en una revista o un capítulo de un libro, generalmente recibimos comentarios escritos de los lectores expertos. Aún así, son pocas las oportunidades que tenemos para aclarar dudas, explorar más a fondo nuestros argumentos, hablar sobre las debilidades que hemos identificado en nuestra investigación o discutir sus fortalezas. En ese sentido, ¡el taller fue realmente un premio! Una oportunidad única, sin duda.
NCA: Habiendo culminado el Taller ¿vez futuros cambios en tus argumentos, el énfasis narrativo o en la contribución del manuscrito? ¿cambiarías algo del resumen de tu trabajo citado arriba?
AMOC: Entre muchas, hay dos cosas que el taller me ayudó a definir mejor. La primera tiene que ver con la forma como en la que delimito el argumento libro. Cuando escribí el primer borrador, sabía que mi trabajo contribuía tanto a la historia de América Latina del siglo XIX, así como a la historia global del consumo. Todavía lo hace y lo hará. Sin embargo, el taller me confirmó que mi libro es, ante todo, un estudio para entender lo global desde la periferia. En palabras de Jeremy Adelman, es una oportunidad para explorar “lo que la periferia revela sobre la globalización del capitalismo”. Nuestra conversación me ayudó a visualizar mejor mis aportes a la historia global desde el punto de vista de América Latina, y me ha dado algunas ideas sobre cómo mostrarlos en el texto de manera decisiva.
El segundo aspecto que los tres comentaristas me invitaron a explorar más fue el lugar de “lo político” en el texto, particularmente la conexión entre ciudadanía y consumo. El carácter político del consumo es algo en lo que las y los historiadores han trabajado extensamente, y mi trabajo aporta a esa historiografía. Sin embargo, antes del taller, no estaba segura de sí la forma en que estaba abordando esta conexión era la mejor manera de hacerlo. Es una discusión clave para mi trabajo porque conecta debates sobre el republicanismo, el liberalismo económico, la ciudadanía y la economía política en la segunda mitad del siglo XIX —algo que no solo es relevante para Colombia sino para todo el hemisferio.
Los profesores Jeremy Adelman, Jeremy Prestholdt y Frank Trentmann también identificaron temas fascinantes en los que mi trabajo se involucra y que pueden sobresalir más en el texto. Por ejemplo, cómo fluye la información sobre las preferencias de los consumidores y cómo se comunica y traduce a los productores de mercancías al otro lado del Atlántico. Mi trabajo se centra en la circulación de bienes y personas, pero como los comentaristas lo anotan, también hay una circulación extremadamente interesante de información. Por ejemplo, los comerciantes de Quibdó, en el Pacífico colombiano, informan a los fabricantes de Manchester sobre que colores y diseños prefieren los consumidores locales. Jeremy Adelman, Jeremy Prestholdt y Frank Trentmann también anotaron cómo la forma de promocionar los productos a los sectores populares estaba íntimamente relacionada con la formación de la cultura impresa y la prensa en América Latina, un tema de mucho interés y que vale la pena abordar en mi trabajo.
NCA: Desde la finalización de tu tesis doctoral, en la que se basa el manuscrito, has estudiado la relación entre política y consumo para reconsiderar la tajante división entre política y economía. Es una apuesta fascinante. Sin embargo, anotabas que aún no estabas segura de sí la ciudadanía era la forma correcta de abordar esa relación. En particular, la conexión que construyes entre ciudadanía y luchas por el reconocimiento político de los sectores populares. Al respecto, Jeremy Adelman elogió tu trabajo por alejarse de la historiografía tradicional sobre la formación del Estado, y por proporcionar, una visión completamente diferente de lo político precisamente por esa aproximación.
¿Podrías explicarnos el enfoque sobre ciudadanía que has estado adoptando en tu trabajo y si la discusión del taller lo ha cambiado?
AMOC: Sí, por supuesto. La conexión entre consumo y ciudadanía está en el centro de mi argumento. En mi trabajo, afirmo que el deseo de los sectores populares por mercancías extranjeras estaba íntimamente relacionado con sus esfuerzos por delinear y definir la ciudadanía. Sin embargo, antes del taller, no estaba del todo segura sí la forma en que conecto el consumo y la ciudadanía era adecuada, es decir a través de las luchas por el reconocimiento político.
Me explico. En mi manuscrito, sostengo que el consumo de los sectores populares tenía variadas connotaciones y significados para los diferentes sectores de la sociedad. Para las élites, la búsqueda de nuevas necesidades por parte de los campesinos, es decir, su deseo de consumir textiles ingleses o machetes estadounidenses, se convirtió en una pieza vital del proyecto republicano y liberal de mediados de siglo. En la década de 1850, políticos liberales como Manuel Ancízar, Florentino González y José María Samper, en lugar de considerar el mercado como un sitio de intercambio económico exclusivamente, vieron las ferias, los mercados semanales y las tiendas locales como medios para la integración política. En otras palabras, veían el mercado como un mecanismo importante para crear y dar forma a “sujetos civilizados” y de esta manera, crear buenos ciudadanos. Los liberales de mediados del siglo XIX también afirmaron que el consumo alentaba a colonos, campesinos y bogas (barqueros de río) a trabajar más duro. De esta manera, el consumo de nuevas “necesidades” terminaría beneficiando el progreso material y moral de la nación al crear ciudadanos laboriosos.
Mientras tanto, hombres y mujeres entraron a la esfera pública para reclamar reconocimiento político y consumir bienes como una alternativa para exigir dicho reconocimiento. Como ha demostrado la historiografía reciente, el repertorio político de mediados del siglo XIX fue mucho más allá del voto. Ciertamente, las constituciones importaban, al igual que la opinión de las élites sobre el alcance y los límites de la ciudadanía. Pero la política republicana también fue tomando forma a través de otros medios y en diferentes espacios, incluido el mercado. Hombres y mujeres se unieron a estos espacios y redes de intercambio no solo para participar en el debate político —discutiendo política en tiendas, ferias, puertos marítimos y plazas —sino para ser reconocidos por sus pares como ciudadanos dignos. Como tal, los textiles de algodón, las camisas de lino, los machetes y otros productos extranjeros se convirtieron en medios a través de los cuales los consumidores populares se reconocían a sí mismos y buscaban el reconocimiento de otros como ciudadanos.
En resumen, el taller me recalcó la importancia del concepto de reconocimiento para unir ciudadanía y consumo en la Colombia de mediados del siglo XIX. Pero lo más importante es que me dejó preguntas cruciales en las que creo debo detenerme en el libro. Por ejemplo, ¿hasta qué punto las opiniones de las élites sobre la economía política eclipsan la economía moral del campesinado? ¿Hasta qué punto los sectores populares resistieron al modelo liberal que veía con buenos ojos el consumo? Preguntas críticas e importantes para tener en cuenta.
NCA: Jeremy Prestholdt elogió tu manuscrito porque aborda un gran espectro de prácticas de consumo y una amplia gama de objetos cotidianos, a través de los cuales, muestras la multidireccionalidad de las relaciones globales. ¿Podrías explicarnos un poco en qué consiste esa multidireccionalidad?
AMOC: El comentario de Jeremy Prestholdt sobre la multidireccionalidad de las relaciones globales reconoce las contribuciones concretas de mi trabajo en relación con otros trabajos sobre el consumo desde una perspectiva global. Cada uno de los objetos que estudio (textiles, machetes, libros, papelería, instrumentos musicales) crea diferentes dinámicas entre los actores globales. Algunos de estos intercambios implican intensas negociaciones entre productores, comerciantes y consumidores sobre las características físicas de los productos básicos, mientras que otros están impulsados por las decisiones algo independientes de los fabricantes sobre la calidad y el diseño.
Para darte un ejemplo, uno de mis capítulos es sobre machetes, en particular el machete Collins, una marca preferida por los campesinos colombianos y producida en Hartford, Connecticut. Según el presidente de la compañía, Samuel W. Collins, sus agentes visitaban la fábrica mensualmente para ver si las formas y tamaños de los machetes eran adecuados para sus clientes sudamericanos. Los funcionarios de la compañía mantuvieron una fluida correspondencia con sus agentes en la región, quienes, a su vez, transmitieron las sugerencias de sus clientes sobre el diseño del producto. Según la historia oficial de Collins Company, era usual que los “nativos” probaran los machetes y enviar modelos de madera o dibujos trazados en papel con la pregunta: “¿Pueden fabricar uno como este?” La compañía Collins siguió estos modelos exactamente, incluso si parecían extraños para los fabricantes. Sin embargo, la dinámica con los textiles fue diferente. Los fabricantes de textiles en Inglaterra, por ejemplo, produjeron piezas de algodón a gran escala para satisfacer múltiples mercados. Sin embargo, esto no significa que no tuvieran en cuenta las preferencias de los consumidores colombianos en términos de tamaño, color y diseño.
Si se comparan ambos casos, se puede ver que las relaciones entre productores, comerciantes y consumidores eran diferentes. Mientras que algunos requerían colaboración, otros se guiaban simplemente por esfuerzos ocasionales de adaptación y negociación entre productores y consumidores. En última instancia, ello demuestra que debemos reconocer la multidireccionalidad de las relaciones globales en el siglo XIX y los diferentes grados de participación de los actores globales en dichas relaciones.
NCA: Frank Trentmann comentó que posiblemente muchos lectores se preguntarían si lo que esta abordado el libro es el proyecto neoliberal en su instancia temprana. Te animó a conceptualizar esa respuesta más a fondo en tu texto. ¿Podrías ofrecernos algunas ideas sobre cómo estás pensando hacerlo?
AMOC: La respuesta corta es sí; la historia que cuento es una pieza clave de la consolidación inicial y compleja del proyecto económico liberal. Como he mencionado, mi trabajo se centra en cómo los campesinos colombianos participaron activamente en la economía de mercado. Exigían a los fabricantes y comerciantes que prestaran atención a sus necesidades, preferencias y gustos. Sin embargo, y estoy de acuerdo con Frank Trentmann, no debemos olvidar que esta historia también trata sobre la incorporación y sujeción de la población a una economía global de libre mercado. Con este modelo viene la desigualdad y la pobreza, dos puntos ciegos en la historia global. Todavía no tengo una respuesta concreta a la pregunta de Frank. Lo que puedo decir ahora es que el período que exploro es la coyuntura en la que los individuos están siendo cooptados por el sistema económico mientras continúan resistiéndolo, transformándolo y adaptándolo (aunque en una forma limitada). Explorar la tensión entre estos dos procesos es uno de los desafíos más emocionantes de hacer historia global “desde abajo.”
NCA: ¿Te ha dado el taller alguna idea sobre los componentes formales o estéticos de escribir un libro? ¿Obtuviste sugerencias sobre la narrativa y la estructura de tu libro que quisieras compartir con nosotros?
AMOC: Sí, y todas las sugerencias y recomendaciones fueron muy útiles. Además de nuestra discusión sobre cuestiones sustantivas, que incluyó consejos para dar mayor fuerza a mis argumentos y resaltar mis contribuciones a la historiografía, los tres comentaristas me dieron excelentes recomendaciones sobre qué debo tener en cuenta antes de publicar mi primer libro. Estas incluyeron recomendaciones sobre cómo ampliar mi audiencia, cómo aprovechar al máximo mis fuentes primarias (sobre todo las visuales) y cómo elegir un editor, entre muchos otros, todos críticos para alguien que está a punto de publicar su primer libro.
Como dije antes, rara vez discutimos estos temas a profundidad en esta etapa de la carrera. Este taller me brindó una oportunidad única para hablar sobre estos temas con increíbles académicos.